La crisis y el Euro
Author | Barry Eichengreen |
Pages | 27-51 |
Barry ei c h e n g r e e n
SUMARIO: 1. INTRODUCCIÓN.—2. EL PAPEL DEL EURO EN LA GÉNESIS
DE LA CRISIS.—3. ¿ALQUIEN DESEA SALIR?—4. ¿ALGUIEN DESEA
ENTRAR?—5. LA RESPUESTA DEL BCE.—6. LA NECESIDAD DE UN RE-
GULADOR BANCARIO ÚNICO.—7. IMPLICACIONES PARA LA LUCHA POR
SER LA MONEDA DE RESERVA.—8. CONCLUSIÓN.—REFERENCIAS BI-
BLIOGRÁFICAS.
1. INTRODUCCIÓN
Cuando se declara un incendio en un bloque de apartamentos, uno
se da cuenta enseguida de quién está dispuesto a entrar en el edificio
en llamas para rescatar a los afectados y quién sale corriendo por miedo
a resultar chamuscado. La gran crisis crediticia de 2008-2009 es una
crisis igualmente reveladora para la zona euro y sus miembros. Está sa-
cando a la luz qué Estados miembros están dispuestos a volver a entrar
y quiénes, si es que hay alguno, están pensando en salir huyendo. Ha
proporcionado nueva información sobre la eficacia del Banco Central
Europeo (BCE) en su papel de patrulla antiincendios —como fuente
de liquidez y como prestamista de última instancia—. Y nos ha ense-
ñado lecciones importantes sobre si los residentes en este vecindario
(en concreto) son realmente solidarios o sólo atienden a sus propios
intereses.
Además, la crisis ha puesto de relieve críticas que ya venían de anti-
guo sobre la arquitectura de este complejo residencial. El debate sobre
la conveniencia de establecer una moneda única se ha reavivado ante
ciertas sugerencias de que la unión monetaria ha sido responsable de la
crisis o, como mínimo, la ha agravado. La crisis ha llevado a los observa-
dores a preguntarse, con más urgencia que antes, qué tipo de reformas
habría que llevar a cabo para garantizar la seguridad y la estabilidad del
edificio, incluyendo quizá la creación de un único regulador financiero
que complemente el mercado único europeo y la moneda única.
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2. EL PAPEL DEL EURO EN LA GÉNESIS DE LA CRISIS
La mayor parte de los europeos sostienen, con bastante razón, que la
crisis se originó fuera de Europa. La chispa saltó en Estados Unidos con
el pinchazo de la burbuja en el sector inmobiliario, que fue alimen-
tada por una regulación laxa y por el consecuente auge y declive del
mercado de las hipotecas subprime. El proceso se aceleró por culpa de
la relajada política monetaria de la Reserva Federal, que bajó los tipos
de interés tras el colapso de la burbuja Punto.com y por los flujos de
capital procedentes de China y otras economías emergentes, lo que re-
flejaba su superabundancia de ahorro. El error más grave en la respuesta
a la crisis, la fatídica decisión de dejar que Lehman Brothers quebrara
en septiembre de 2008, también fue una decisión estadounidense.
En todo esto Europa fue una mera observadora. El BCE no recortó
sus tipos de interés tan drásticamente como la Fed a principios de la
década y la cuenta corriente de la zona euro estaba generalmente equi-
librada, en contraste con el déficit exterior crónico de Estados Unidos.
Y aunque hubo quiebras aisladas de instituciones financieras europeas
como Dexia y Fortis, ninguna tuvo un impacto tan negativo como el
que provocó el colapso de Lehman Brothers.
Dicho todo esto, la idea de que ésta fue una crisis originada y di-
fundida por Estados Unidos no es totalmente correcta. Las instituciones
financieras europeas han sufrido pérdidas sustanciales por títulos basa-
dos en hipotecas o en otros productos derivados, lo que indica que las
deficiencias en los controles internos y la gestión de riesgos no fueron
un problema exclusivamente norteamericano. Los bancos europeos en
su conjunto estaban más apalancados que los bancos estadounidenses,
por lo que cuando incur rieron en pérdidas, las dificultades financieras
fueron por lo menos igual de severas. En retrospectiva resulta más di-
fícil de entender cómo se permitió que los ratios de apalancamiento
de los conglomerados financieros europeos subieran a 50 ó 60 a 1. Y, a
posteriori, es igualmente desconcertante pensar qué tipo de modelo em-
presarial sensato pudo permitir que filiales de instituciones financieras
de Europa occidental concedieran préstamos hipotecarios, préstamos
para la adquisición de un automóvil o préstamos al consumo en euros
a prestatarios con rentas en florines húngaros.
Además, está el hecho de que entre 1999 y 2005 los precios in-
mobiliarios en la zona euro subieron tanto como en Estados Unidos,
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