Locuras de Europa, don Diego de Saavedra y Fajardo, diplomático español en el barroco europeo.

AuthorSoledad Campos Diéz
ProfessionUniversidad de Castilla-La Mancha
Pages285-302
1. Panorama general: un territorio, una época, una trama

Un escenario: Europa en la primera mitad del siglo XVII. Como argumento la diplomacia y la política.

Don Diego de Saavedra vivió tiempos difíciles, aunque todos lo son, si uno tiene la alta misión de conciliar voluntades y ambiciones de príncipes1. En las referencias a su obra pocos han dejado de alabarle, como político profundo y escritor severo, enérgico y conciso2 . El mejor panegírico a la figura de Saavedra lo hace Adolfo de Puibusque, quién dice de él que, es el más grande hombre del Page 285 reinado de Felipe IV 3. Sus detractores critican vicios literarios de la época; acumulación de citas, estilo afectado, laconismo, pensamientos repetidos y, el uso de símiles o comparaciones que dificultan la lectura. El pensamiento europeo contemporáneo ha omitido, en general, las referencias a autores españoles, caso notorio es el de Denis de Rougemont para con Saavedra Fajardo4.

En el panorama político español las monarquías de Felipe III y Felipe IV, estuvieron caracterizadas por el gobierno de sus favoritos, en especial al Conde Duque se le achacaron los grandes males del reino5; erario castellano exhausto, campo yermo, población desocupada, guerras civiles que asolaban el territorio en Portugal, Cataluña y los Países Bajos. No debemos buscar una causa exclusivamente nacional, en realidad algo se movía en el panorama europeo y, hombres como Saavedra derrocharon esfuerzos por mantener el orden establecido, pero Europa resultó dividida y el equilibrio internacional, a partir de ese momento, estaría dirigido por potencias políticas que no reconocían superior en la tierra. El drama lo protagonizaron: Alemania6, España7 y Francia8, sin desdeñar otros par-Page 286tícipes9, como Borgoña, el Franco Condado, Holanda, Suecia, Dinamarca o los Países Bajos. En ese escenario, con los actores en movimiento se desenvolvió una trama que unitariamente se denominó Guerra de los treinta años, aunque no hubo una sino varias, con distintos problemas, períodos y de diversa resolución10, y culminó, a mitad de la centuria, en la Paz de Westfalia. Para España y Francia, unos años más tarde, con el Tratado de los Pirineos (1659)11, donde se consumó, aunque con pocas pérdidas territoriales, el destronamiento de la Monarquía Hispánica como primera potencia europea en favor de Francia12. Sin olvidar al Imperio Otomano, principal enemigo español en el Mediterráneo. Este fue el panorama temporal y territorial donde se movió nuestro personaje.

2. Vida de un diplomático y actividad literaria

Nació Don Diego de Saavedra y Fajardo el 6 de mayo de 1584 en Algezares, perteneciente al reino de Murcia13, de linaje claro aunque no noble, de haber heredado grandeza se habría ahorrado algún que otro problema en las graves empresas que le encomendó la Corona y, con sus dotes, hubiese llegado a cargos de más lustre, si bien; plenipotenciario, introductor de embajadores, consejero, camarista y de la junta de guerra en el de Indias no fueron triviales. Page 287

De su vida privada hay pocas referencias, salvo que obtuvo el bachiller en Cánones por la Universidad de Salamanca en 160614. En un año vestía el hábito de Santiago y comenzó su carrera eclesiástica15 al tiempo que la política, porque fue nombrado secretario de cifra del Cardenal Don Gaspar de Borja, embajador de España ante la Santa Sede y familiar de Saavedra. Aquí inició nuestro personaje su aventura que prolongó, durante casi media centuria, en un constante trajinar por los más importantes escenarios del barroco europeo.

2.1. Aprendizaje en Roma(1606-1633)

La etapa de aprendizaje la realizó en Roma, donde gozó de la confianza y el aprecio de su superior, el Cardenal Borja16, al que asistió como conclavista en dos ocasiones (1621 y 1623). Se ocupó de negocios en Sicilia y Nápoles, donde actuó brevemente como secretario de Estado y Guerra del Virreinato. En la última década de su estancia en Roma (1623-1633), fue procurador (agente de preces) y solicitador de Su Majestad. Aquí escribió Guerras y movimientos de Italia de cuarenta años a esta parte, obra que no llegó a publicarse17, e inició Introducciones a la política y razón de Estado del Rey Católico Don Fernando y posteriormente escribió una segunda obra relacionada con ésta Razón de Estado del rey Don Fernando el Católico, dedicadas al Conde-Duque y a Felipe IV respectivamente18. En 1633 Saavedra, con casi cincuenta años había terminado su aprendizaje y, pasó a primer actor, como embajador en Baviera, La liga y los Cantones Suizos, además fue delegado del poder central en el Franco Condado e intervino en asuntos de Renana, Norte de Italia y Alemania. Su ascenso se debió probablemente no sólo a sus buenas referencias y magnífica actuación en Italia, sino también al dominio del latín, principal lengua diplomática de la época y, que pocos manejaban con soltura. Page 288

2.2. Madurez en las Cortes alemanas (1633-1643)

Fue nombrado por Felipe IV embajador en Baviera, uno de los más importantes estados del imperio, clave en la ruta de comunicación entre los territorios europeos de la Monarquía. Su misión fue complicada; evitar que el Duque Maximiliano se volviese del lado francés. Sus armas; subsidios económicos, apoyo militar y habilidad diplomática. Saavedra informó a Madrid de todos los negocios19, y consiguió, junto con el Conde de Oñate, nuestro embajador en Viena, llegar a un acuerdo Bávaro-Español, de suerte que, son felicitados por el Conde-Duque20 y, Saavedra fue nombrado Consejero de Indias 1635, aunque no tomó posesión hasta unos años más tarde. Asistió en Ratisbona (1636) a la elección de Fernando III como emperador, allí escribió el magistral Discurso sobre el estado presente de Europa21 . Pero en Munich Saavedra no estaba cómodo porque las pretensiones del Duque de Baviera no cesaban de aumentar y temía que todo lo ganado se pudiera perder por la voluntad cambiante y caprichosa del Duque22.

En los primeros meses de 1638 Saavedra marchó, por Milán, hacia la Corte de Mantua, allí junto al Gobernador del Milanesado, Marqués de Leganés, y el Conde de Roca, negoció un acuerdo con la Duquesa viuda, Doña María de Gonzaga madre y tutora del Duque Carlos II, consiguiendo otro aliado frente a Francia23. Terminada su misión en el norte de Italia, Felipe IV le envió a Borgoña, la madurez y el prestigio de nuestro diplomático eran incuestionables.

En el Franco Condado de Borgoña un español de la época se encontraba como en casa y, cuentan que Saavedra abandonó su natural frialdad y reserva porque los gobernantes de aquél leal territorio conquistaron su ánimo y nunca dejó de ayudarles. Allí llegó Don Diego en mayo de 1638, tras su paso por Suiza donde hizo propaganda a favor de España. Con la misión de analizar la situación y proponer posibles remedios. El panorama era difícil, porque las dos Borgoñas ( Ducal y Condal) se encontraban inmersas en la llamada guerra de los diez años (1633-43) contra franceses y suecos, además en BesanÁon la plebe se había enfrentado al gobierno de la Ciudad. Saavedra actuó de intermediario, aquietó Page 289 personalmente a las masas y logró poner en marcha un ejército24, dando por concluida su misión al tiempo que llegaba Don Antonio Sarmiento, embajador enviado por el Cardenal-Infante, que no contó con la simpatía del Duque de Lorena ni del Parlamento y, Saavedra permaneció junto a él hasta que Weimar cayó sobre el Condado. Su actuación mereció las felicitaciones del Consejo de Estado a propuesta del Conde-Duque25.

La inactividad no estaba para nuestro viajero europeo. Suiza, paso de rutas militares y semillero de soldados para otros estados, jugaba a la neutralidad, la misión de Saavedra allí, fue convencer del peligro que suponía para los Cantones que el Franco Condado cayese en manos francesas, logró reunir una Dieta Católica en Lucerna, previa a otra general, donde pidió abiertamente ayuda para liberar Borgoña. La Dieta General se celebró en Baden (27 marzo-5 abril de 1639), compareció en ella Saavedra con dos plenipotenciarios imperiales y uno borgoñón, complicado fue obtener permiso para que nuestras tropas pasaran a través del territorio de la Liga, pero lo consiguió, además de un sustancioso reclutamiento en los Cantones Católicos26. En julio de 1639 murió Weimar, pero los suizos no cambiaron de actitud y Saavedra marchó al encuentro de una nueva misión en Baviera. Dos años más tarde, a petición del Gobernador del Franco Condado, Marqués de Saint-Martín, volvería a Baden, donde los franceses obstaculizaban cualquier negociación, lo único que consiguió fue un armisticio de seis meses, pero las gestiones de Saavedra le valieron el calificativo de hombre astuto y diligente27.

En Baviera el Duque se mostraba reservado y no abandonaba, pese a las advertencias de Saavedra contra Richelieu, su relación con Francia. La desunión y desconfianza en las filas del bando católico fue causa decisiva para el desastre final. Saavedra accedió a las peticiones del Duque, pero este rehuía la idea de atarse a la Monarquía. De esta suerte nunca se consiguió una alianza Hispano- Bávara. En septiembre de 1640 asistió, como representante de Borgoña, a la Dieta de Ratisbona, donde se intentó una postura conjunta con Alemania para tratar la paz universal, pero las conclusiones fueron vagas. En estas fechas Saavedra publicó su primera obra; Idea de un príncipe político-cristiano, representada en cien empresas o Empresas Políticas, obra maestra a pesar de escribirla sin sosie-Page 290go ni continuidad, como decía el proemio, en las posadas del camino cuando los negocios públicos le...

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