Algunos comentarios en torno al bofetón Irlandés al Tratado de Lisboa

AuthorRomualdo Bermejo
ProfessionCatedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales Universidad de León.
Pages333-340

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El 12 de junio de 2008 constituye otra fecha importante en la historia de la ajetreada Unión Europea (UE). Y es que el pueblo irlandés decidió con un 53,4 % del electorado decir "No" al Tratado de Lisboa, Tratado que fue firmado por los 27 Estados miembros de la Unión el 13 de diciembre de 2007. Con una fuerte participación del electorado (53,1 %), si se compara con otras consultas anteriores de este tipo, el "No" es pues claro y muy extendido por todo el país, ya que el "Sí" tan sólo ganó en 10 de las 43 circunscripciones regionales, a pesar de que todos los partidos del arco parlamentario habían emprendido la campaña por el "Sí", excepto el Sinn Fein. Ha sido pues la sociedad civil irlandesa la que, ayudada por muchos sindicatos, algunos grupos católicos y algunas iniciativas patrocinadas por particulares, como la del multimillonario irlandés Declan Ganley, director de la plataforma Libertas, los que han luchado a brazo partido contra el organigrama político e institucional irlandés, ganando al final la partida.

Esto implica que automáticamente el Tratado de Lisboa ya no entrará en vigor en la fecha prevista que era el 1 de enero de 2009. Como el lector puede comprender, el alcance del "No" irlandés es, pues, importante. Pero lo extraño del caso es que 110.000 irlandeses, cifra que representa la diferencia entre los "Sies" y los "Noes" hayan decidido por la UE poner en punto muerto, al menos por un tiempo, la maquinaria europea. El lector se preguntará si esto es normal o no, a lo que habrá que responder que el pueblo irlandés ha utilizado las reglas democráticas previstas a nivel interno, reglas reconocidas por otro lado por el propio ordenamiento de la Unión que deja a los Estados decidir, si así lo estiman oportuno, que las reformas a los Tratados se sometan a referéndum, bien a título meramente consultivo o porque sea obligatorio según su propia constitución. Obviamente, si el referéndum es afirmativo, la ratificación stricto sensu siempre es parlamentaria. Por otro lado, conviene tener siempre presente que si no se celebraran referéndums, la realidad sería que cerca de unos 10.000 Page 334 parlamentarios nacionales decidirían por más de 500 millones de personas, cuando en general estos últimos no han sido elegidos para llevar a cabo esa clase de misiones, ya que se suele votar en clave nacional. Por lo tanto, hasta aquí "nada nuevo bajo el sol", pero es obvio que el temor no termina aquí.

En efecto, como es sabido, en mayo/junio de 2005, los electorados de Francia y de los Países Bajos, tumbaron el Tratado constitucional. El efecto fue tan fuerte que, de inmediato, no se plantearon cuestiones importantes para ver qué se podía hacer al respecto, abriéndose un período de incertidumbre, algunos dirán de reflexión, en torno al futuro de la Unión. Pero la llegada al poder de Ángela Merkel, primero, y de Nicolás Sarkozy, después, permitirá abrir el debate sobre el futuro de la Unión, llegando a lo que se denominó un mini-Tratado, es decir, el Tratado de Lisboa. Sin embargo, los comentarios entre este mini-Tratado y el Tratado constitucional han sido en algunos casos "jocosos", como la definición que dio al respecto el Presidente de la Convención que elaboró el Tratado constitucional, Valéry Giscard D'Estaing, según la cual ese mini-Tratado equivalía a aceptar "la constitución europea por la puerta falsa", frase que figura en un artículo que publicó en el periódico británico The Independent el 30 de octubre de 2007. Pero el ex - Presidente francés no se conforma con decir sólo eso, sino que continúa diciendo que "el Tratado de Lisboa es la Constitución Europea con un catálogo de enmiendas que resulta impenetrable para el público... Las propuestas de la Constitución original permanecen prácticamente invariables, aunque han sido dispersadas por todo el texto en forma de enmiendas...". No obstante, lo más importante de lo que dice Giscard D'Estaing es lo siguiente: "¿Por qué este cambio? Para evitar cualquier amenaza de referéndum e impedir así cualquier forma de vocación constitucional".

A estas declaraciones intempestivas del ex - Presidente francés conviene añadir las de Giuliano Amato, quien con todo descaro no ha dudado en afirmar que ". el Tratado de Lisboa retiene el 90 % del contenido (de la Constitución Europea), pero como es ilegible será más fácil aprobarlo". Y para rematar la forma de exabruptos y de despropósitos, va la Secretaria de Estado de Comunicación del Gobierno español y reproduce estas declaraciones en su revista de prensa internacional del 14 de diciembre de 2007. Así las cosas, si desde el punto de vista material, lo del 90 % puede ser cierto, conviene apuntar también que el himno, la bandera y la calificación de "Ministro de Asuntos Exteriores" han sido barridos del nuevo Tratado. Esto puede parecer para algunos insignificante, pero para otros puede representar un poco más, de ahí el interés británico en que esto se recogiera así en el nuevo Tratado.

Dicho esto, hay que reconocer que lo más importante de lo que dijo Giscard D'Estaing en el periódico The Independent atañe a la cuestión del referéndum, por supuesto. Y es que en él, reconoce abiertamente que si se...

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