La acción cultural de las Comunidades Europeas: hacia una configuración de la Política Cultural Europea (1957 - 1992)

AuthorDiana C. Pérez-Bustamante Yábar
Pages27-60

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El proceso que conduce a la Unión Europea, tiene su origen en la Declaración de 9 de mayo de 1950 cuyo texto había sido elaborado por Jean Monnet y su equipo hecho público por el Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Robert Schuman.

Aquel texto planteaba una política funcionalista al manifestar que Europa no sería de golpe ni con una construcción de conjunto sino a través de realizaciones concretas que fueran creando una solidaridad de hecho, y aunque su propósito inicial sería el de articular una Comunidad Económica para el Carbón y el Acero, aquella Declaración manifestaba concebir tal propósito como la primera etapa de una Federación Europea.

Como consecuencia de aquella iniciativa se realizarían los correspondientes Tratados para la creación de las tres Comunidades que inicialmente surgieron, la del Carbón y del Acero, la Comunidad Europea de la Energía Atómica y la Comunidad Europea o Mercado Común.

Las Comunidades Europeas, constituidas por los Tratados Fundacionales, fundamentalmente partieron, según hemos señalado de un proyecto económico, en un tiempo histórico en el que los economistas, salvo algunos de los grandes a los que ya hemos hecho referencia, apenas vislumbraron el valor económico de la cultura y el peso específico que iba a alcanzar en las décadas posteriores y en el presente.

De este modo y sobre todo porque el Mercado Común fue su principal objeto, el Tratado de la Comunidad Económica Europea no preveía ninguna acción comunitaria en el sector cultural y solo en el Preámbulo del Tratado se hace alusión a la cultura en cuanto elemento unificador de los pueblos y promotor del desarrollo socioeconómico. Este Tratado se ocuparía del Mercado Interior y de sus grandes libertades dentro de las cuales, la libre circulación de mercancías, los trabajadores y la libertad de establecimiento, se

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encuentran cuestiones muy relacionadas con la creación y el desarrollo cultural.

Por cuanto la mayor parte de las políticas comunes tienen, como decimos, un fundamento principalmente económico había por tanto de transcurrir muchos años hasta que el artículo 128 del Tratado de la Unión Europea de 1992 proporcionase fundamento jurídico a la Política Cultural Europea.

Es bien conocido que la cultura en muchas de sus manifestaciones había sido instrumentalizada al servicio de los regímenes totalitarios en la anteguerra y durante la II Guerra Mundial y también por los regímenes totalitarios supervivientes que vincularon a su política autárquica una verdadera utilización partidista de la cultura, sobre todo de las artes visuales y escénicas.

Bien puede decirse que solo la recuperación del Patrimonio monumental, severamente afectado por las consecuencias de la I y II Guerra Mundial y por el abandono y la incuria de los gobiernos, justificaba por si sólo la creación de una política cultural de importancia y la preocupación de las organizaciones internacionales.

Aunque la Política Cultural Europea no se realizaría como tal hasta que el Tratado de la Unión o Tratado de Maastricht proporcionase un fundamento y estableciera sobre ella la correspondiente competencia de la Unión, ello no significa que antes del Tratado de la Unión no se hubiera gestado por muy diversas razones, e incluso a través de diversos mecanismos institucionales, una serie de actuaciones relevantes en materia de Política Cultural, pero en todo caso fueron actuaciones muy concretas puesto que, como hemos señalado, la cultura permanecería en el ámbito de las funciones reservadas a los Estados y, consecuentemente, a los propios Estados Miembros de las Comunidades Europeas.

1.1. Un ejemplo paradigmático: La Política Cultural de Francia

Conviene considerar dos singularidades que en alguna medida constituyen puntos de referencia antes y durante la creación de la Política Cultural de la Unión Europea: la preocupación del Consejo de Europa por la acción cultural y la propia preocupación de los Estados europeos de los que

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Francia se constituye, según su propia propuesta, como una excepción y en todo caso como un ejemplo paradigmático.

La consagración de la Política Cultural Francesa se institucionalizaría cuando Francia introduce en las negociaciones del GATT en 1993 el concepto "la Excepción Cultural" según la cual Francia usaría tarifas y cuotas para proteger su mercado cultural de otros productos culturales sobre la base que sus productos culturales deberían ser tratados de modo diferente que otros productos y que la cultura francesa debería de ser protegida.

Aquel planteamiento se saldó manteniéndose el proteccionismo interno y una excepción temporal en materia de cultura, que permitiría a la Unión Europea mantener una posición propia frente a los EE.UU. deseosos siempre de liberalizar el sector.

Pero esta sensibilidad de Francia por la Cultura surge ya desde los orígenes de su propia historia contemporánea. Puede decirse que la Revolución Francesa coloca los cimientos de una voluntad de regenerar la Cultura a la que colaboran una serie de avances legislativos como la afirmación de la libertad de opinión, la instauración de la libertad de los teatros, la propia política de lengua, la invención del Patrimonio Nacional, la protección del inventario científico y la creación de una verdadera pedagógica museística.

Aquellos avances se dirigirían a fundamentar la cohesión fundamental de Francia por las Artes y la Cultura y así la Ordenanza de 22 de julio 1816 reorganiza la administración de las Bellas Artes. Francia también sería pionera desde la perspectiva institucional pues ya en 1870 se pretende crear un gran Ministerio de las Artes, tal como finalmente se realizaría en 1881.

El segundo de los grandes avances se producirá ya en el siglo XX con la llegada al poder del Frente Popular que declara la voluntad política de popularizar la Cultura y en consecuencia de ampliar las funciones culturales y desarrollar las responsabilidades culturales de los poderes públicos.

Tras finalizar la II Guerra Mundial y asentarse la V Republica se darían importantes pasos institucionales creándose primero una Dirección General de Artes y Letras y luego en 1959 un Ministerio de los Asuntos Culturales al frente del cual se colocaría a una figura eminente, el famoso escritor André Malraux, el personaje más representativo de la Cultura Francesa de su época, creador de La Maisons de Jeunes y de la -Culture , que

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marcarían profundamente la vida cultural de los municipios y de los barrios de rancia haciendo brillar la cultura francesa en el mundo14.

Esta creación del Ministerio de Asuntos Culturales en un clima intelectual influido notablemente por el comunismo tuvo desde el principio la voluntad de desarrollar la democratización cultural.

Otra importante iniciativa tendría lugar en la segunda mitad de la década de los 70 que conocería en Francia una expansión importante de las políticas culturales de las colectividades locales y una importante preocupación prioritaria del Patrimonio Cultural, defensa de los monumentos históricos y desarrollo de las industrias culturales.

Asimismo ha de destacarse la preocupación del Presidente de Francia, Georges Pompidou, por las Artes. El Centro Nacional de Arte y Cultura, llamado actualmente Georges Pompidou surgió de la iniciativa del propio Presidente Francés Georges Pompidou de crear en el corazón de París una institución cultural original, totalmente consagrada a la creación moderna y contemporánea, donde las artes plásticas compartirían espacio con el teatro, la música, el cine, los libros, la creación audiovisual, etc.15.

El Museo Nacional de Arte Moderno ya existía antes de su instalación en el Centro Georges Pompidou. El MNAM, había sido creado antes de la guerra y abierto en 1947 para tomar el relevo del antiguo Museo de Luxemburgo. En un primer momento se instaló en el Palacio de Tokio, donde su primer director, Jean Cassou, se dedicó, gracias a la generosidad de los artistas entre otros Picasso, Braque, Matisse, Chagail, Brancusi a dotarlo rápidamente de obras hasta entonces despreciadas por las instituciones.

Los grandes esfuerzos dedicados para enriquecer la colección nacional animó a ciertos aficionados a beneficiar con su generosidad al Museo, que se vio dotado de las donaciones Daniel Cordier (arte bruto y Dubuffet), Louise y Michel Leiris (cubismo, Masson), a las que cabría sumar daciones (Chagall, Vieira da Silva, Mitchell) destinadas a donar fondos de taller por legado (Dufy, Brancusi). Posteriormente otras instituciones como la Sociedad de

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Amigos del Museo y la Scaler Foundation permitieron la adquisición de importantes obras hasta constituirse en la actualidad en una de las mejores colecciones a nivel mundial de arte del siglo XX, con cerca de 53.000 obras16.

La Cultura por primera vez se integra en los planes quinquenales de modernización económica y social creándose en el IV Plan 1962 1965 una Comisión de Equipamiento Cultural y de Patrimonio Artístico y desarrollándose desde 1963 la descentralización cultural a través de la creación de Comités Regionales de Asuntos Culturales.

De este modo se articula la Política Cultural dentro de las políticas sectoriales y se organiza un sistema de protección para el Patrimonio y en campos privilegiados de la intervención del Estado como por ejemplo para el Teatro para la Música y para el Cine, al tiempo que se produce una verdadera sacralización del Arte creándose las Casas de Cultura cuya principal función sería la de la colaboración entre el Estado las colectividades locales y los artistas.

Este periodo, sin duda excepcional, sería...

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