Diseño de la evaluación continua

AuthorAna María Delgado García (Coord.)
ProfessionProfesora de Derecho Financiero y Tributario

A la hora de diseñar la evaluación continua pueden destacarse tres elementos clave: en primer lugar, su planificación; en segundo lugar, su información al estudiante (objetivos, criterios de evaluación, número de actividades, recursos, periodicidad, calendario, esfuerzo, publicidad…); y, en tercer lugar, las actividades concretas de evaluación (tipología, criterios de corrección, dedicación horaria, temas abordados…).

En este contexto, se hace necesario realizar un análisis comparativo de la evaluación continua, tanto en los entornos virtuales como en los presenciales que permita identificar las peculiaridades que la misma posee en cada uno de estos ámbitos a fin de detectar posibles mejoras a introducir en su planteamiento.

4.1. Planificación de la evaluación

La evaluación es un proceso no improvisado, que requiere, por tanto, de una importante labor previa de planificación. Como indica CABRERA, “la evaluación no se puede identificar con un único acto (pasar un cuestionario o pasar una prueba de rendimiento), sino con un proceso, o mejor dicho, con un conjunto de procesos no improvisados ni espontáneos”.87

La evaluación se plantea en función de los objetivos que el docente desea que consiga el estudiante. Por consiguiente, no se enfoca en función sólo de los contenidos del programa de la asignatura. Los objetivos de la asignatura constituyen la finalidad del proceso de aprendizaje y pueden referirse a contenidos conceptuales, a habilidades y/o a actitudes que los estudiantes deben desarrollar. Así pues, los objetivos concretan las competencias generales o específicas a desarrollar en cada asignatura (cognoscitivas, habilidades, actitudes…).88 Han de estar bien definidos y deben ser objetivos que realmente puedan alcanzarse a lo largo del período lectivo.

Una vez tenemos concretados estos objetivos y competencias de la asignatura, se trata de descender un paso más y pensar a través de qué actividades van a desarrollarlas los estudiantes y cómo se van a evaluar. Por consiguiente, el profesor deberá decidir, en primer lugar, la metodología docente que va a seguir, esto es, deberá especificar qué actividades se van a realizar a lo largo del período docente tanto en el aula como fuera de ella. Y, en segundo lugar, deberá concretar cómo se van a evaluar tales actividades.

A su vez, cada actividad de evaluación deberá concretar los objetivos y competencias a que afecta. El número de actividades y su distribución a lo largo del período lectivo, se halla condicionada por la concurrencia de varios factores: depende de la extensión del propio período docente, de los créditos de la asignatura, de las competencias que deban desarrollarse, del volumen de estudiantes… Así pues, cada docente deberá valorar cada uno de estos extremos para decidir estas cuestiones.

Asimismo, también es importante que el docente en el diseño de las actividades de evaluación tenga en cuenta los recursos didácticos necesarios para realizarlas, así como la disponibilidad de los mismos para los estudiantes (en la biblioteca, en internet…).

Por otro lado, también debe realizarse el cálculo del esfuerzo que debe realizar el estudiante para superar la asignatura, ya que su trabajo se convierte en el eje de la organización de la actividad docente y sirve como medida del crédito europeo. Lo cual no es tarea fácil y está condicionado por los métodos de enseñanza y aprendizaje y de evaluación utilizados, así como por otros factores como la diversidad actual de los estudiantes.89

En este punto, puede afirmarse que si se aplica el sistema de evaluación continua, en principio, el esfuerzo y la dedicación horaria del estudiante será mayor. Ahora bien, debe tenerse en cuenta que dependiendo del tipo de actividad que se proponga, la dedicación del estudiante y el consecuente esfuerzo será variable (no es lo mismo solucionar un test que un caso práctico), al igual que la forma de preparar tales actividades y la utilización de recursos que puedan implicar también es diferente. Todo ello sin olvidar, como recuerdan RUÉ y MARTÍNEZ, que el tiempo de dedicación del estudiante “no se deriva directamente del enunciado de la actividad, sino de las actividades de aprender, que concretan los propósitos asignados a la actividad en general”.90

Además, otro factor que influye en el esfuerzo del estudiante es el de la capacidad que tiene para realizar las actividades de evaluación continua, esto es, cada uno tiene su propio ritmo de trabajo y de aprendizaje. Por todo ello, es harto difícil calcular el esfuerzo medio que deben realizar los estudiantes y establecer variables objetivas para cuantificar su dedicación horaria a la realización de las actividades de la evaluación continua. Como mucho, el punto de partida para determinar el esfuerzo medio del estudiante se encuentra en el cálculo del tiempo y la dificultad que supone para el propio docente la resolución de las actividades, ya que es el tiempo que, como mínimo, va a tardar un buen estudiante en realizarlas.

Otro dato que se puede tener en cuenta a la hora de calcular el esfuerzo o la carga de trabajo del estudiante, con las cautelas debidas dada su subjetividad, es el de la opinión de los propios estudiantes recogida en encuestas pasadas por el profesor a lo largo del período lectivo o al final del mismo.91 En cualquier caso, sobre la base de la experiencia acumulada de cursos anteriores, se puede ir obteniendo algún indicador más o menos objetivo que sirva para recalcular dicho esfuerzo y acercarlo a la realidad.

Sin embargo, no debe olvidarse que en un sistema de evaluación continua, al mismo tiempo, también aumenta el trabajo y la dedicación horaria del docente, no sólo por la preparación de las actividades,92 sino también por su corrección y calificación de los resultados, especialmente cuando el número de estudiantes es elevado. Lo cual no siempre va acompañado del merecido reconocimiento a nivel institucional, académico o retributivo.93

Por último, debe mencionarse que el profesor debe determinar también el peso que juega la evaluación continua en la nota final. Dependiendo de qué se desee primar más, el proceso o el resultado de aprendizaje, variará el valor que se le asigne. A nuestro juicio, cuando se compagina la evaluación continua con la final, deberían valorarse ambas cosas: por un lado, cómo el estudiante ha progresado en la construcción de su conocimiento y en el desarrollo de las competencias; y, de otro, el resultado final de este proceso. De ahí que pueda atribuirse un valor elevado a la evaluación continua respecto del valor asignado a la prueba final de evaluación; si bien, a estos efectos, no debería realizarse simplemente una operación aritmética, sino que debería valorarse también la progresión del estudiante.

4.2. Información a los estudiantes

Otro tema relacionado con la evaluación, especialmente...

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