El referéndum Irlandés: Tendón de Aquiles estatalista

AuthorSantiago Petschen
ProfessionCatedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales Universidad Complutense.
Pages357-362

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El día 14 de junio de 2008, día siguiente al recuento del referéndum irlandés que nos dio a conocer el resultado negativo de la consulta, me publicó el diario El País, en la Cuarta Página de Opinión, un artículo con el título de El "no" irlandés y el tendón de Aquiles. Voy a utilizar lo que entonces escribí para hacer unas reflexiones críticas sobre dicho "no" ampliando y justificando lo que en aquel artículo dije. Puedo decir ahora que aquel día me sentí abrumado por la atención que el diario madrileño tuvo conmigo.

El nuevo proyecto de Unidad Europea es la resultante final de una serie de trabajos, iniciados con la Declaración de Laeken de 2001 y concluidos con el Tratado de Lisboa de 2007, de los dirigentes de los Estados europeos para hacer, según ellos consideraron, más adecuada la realidad de la Unión. Una resultante rechazada por la única parte de los ciudadanos europeos a los que les había sido dada la oportunidad última de decidir. El referéndum irlandés fue el tendón de Aquiles estatalista que los dirigentes europeos, con su esfuerzo silenciador de la ciudadanía, no pudieron cubrir en su intento de dejar incólume, frente a la opinión europea, su nueva construcción.

Los líderes de los Estados europeos estaban convencidos de que, esta vez, su concepción de Europa -término medio de opuestas tendencias pero con el dato común de renuncia a la primigenia Comunidad de Monnet y de Schuman- iba a triunfar. Para ello excluyeron a todos los ciudadanos de la Unión con una sola excepción, la de Irlanda, por imperativo constitucional propio. Y esa pequeña cantidad de ciudadanos respondió negativamente a la propuesta.

¿Qué ciudadanos son esos? Los ciudadanos más mimados y mejor tratados de la Unión Europea. En 1992, el ciudadano de Irlanda tenía una renta per capita inferior al 90% de la media comunitaria. Hoy, dieciséis años después, la renta per capita de Irlanda llega casi al 140% de la media de la Unión. La segunda de Europa, sólo superada por la de Luxemburgo. El exquisito trato hacia los ciudadanos irlandeses para arrancarles el sí, ha llegado a extremos un tanto pintorescos como la demora por parte de la Comisión, hasta después de Page 358 la consulta, de aplicaciones concretas que pudieran molestarles, como la reforma de la Política Agraria Común. Fueron unas determinaciones que tenían que quedar pospuestas hasta después del referéndum.

¿Qué es lo que ha llevado a los irlandeses a votar que no? ¿Por qué hubieran votado a forciori también que no, ciudadanos de otros Estados convocados a las urnas? ¡La de cosas -escribí aquel momento-, que vamos a oír y leer al respecto estos días después de la consulta de Irlanda! ¡La de excusas, la de repaños, la de pretextos...! Hacen grandes construcciones y se les derrumban. Sin ningún mea culpa colectivo. Algunas actitudes se parecen a otras muy concretas del presidente Bush. Lo que nosotros hemos elaborado es el bien. La acción de los irlandeses es el mal. ¿Cómo es posible adoptar posturas un tanto semejantes a las del mandatario norteamericano? Cualquier grupo de arquitectos al que le sucediera algo así en una construcción ¿hablaría con la misma ligereza que algunos políticos o que algunos analistas?

Siendo 27 los países de la Unión Europea, parece necesario buscar la existencia de una anomalía común. La misma o parecida razón a lo que hace que cada cuatro años sea menor el porcentaje de ciudadanos que acuden a elegir a sus representantes al Parlamento Europeo. Es cierto que hay razones particulares. Pero ello no nos debe hacer cerrar los ojos a las razones comunes. La estructura de la Europa unida, tal como ha estado siendo construida entre 2001 y 2007 es para los ciudadanos demasiado lejana y...

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