Personalismo, libertad de conciencia y convivencia en pareja

AuthorMercedes Murillo Muñoz
Pages31-147

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Una de las opciones más importantes en la vida de una persona es, sin duda, la que concierne a su vida de pareja. No se trata sólo de una decisión sobre con quien se convive, sino que es una decisión que se inscribe en el proceso de realización de la persona: se tiene la intuición que sólo junto al otro dicha realización alcanza su plenitud.

Vamos a detenernos sobre este fenómeno que ha sido objeto de atención desde la antropología a la teología, pasando por la historia, la filosofía, la psicología o el derecho. Es un estudio meta-jurídico pero que entiendo necesario ya que las consecuencias jurídicas serán bien diferentes según la idea que sobre el amor humano y las relaciones de pareja se tenga. Porque si el derecho puede crear y modificar determinadas instituciones, como puede ser una letra de cambio, o la usucapión contra tabulas, existen otras instituciones que preexisten al Derecho y sobre las que se interviene jurídicamente, pero cuya existencia no depende del Derecho como las antes mencionadas. La atracción sexual podrá adoptar distintas formas de juridificación, pero si el Derecho desistiera de cualquier clase de regulación, seguiría existiendo. Hecha esta aproximación al fenómeno de la pareja, nos centraremos en la respuesta que el mismo ha encontrado en el Derecho, no sólo estatal, sino también canónico por cuanto constituye el modelo que, en el Derecho occidental, sustenta el matrimonio civil y explica la concepción que del mismo pervive en el derecho civil. No se trata de ofrecer en este punto respuestas sino de plantear la situación de transformación del esquema jurídico tradicional basado en el matrimonio heterosexual, constituido formalmente y con un contenido institucional que lo convierte en el modelo de unión afectiva preferido por el legislador pero que ha perdido el monopolio social y jurídico que tenía. Justamente por ello, entiendo necesario conocer tal realidad para poder concluir si es preciso algún tipo de regulación jurídica y si es así, cuáles son las exigencias que se derivan del fenómeno afectivo en cuanto manifestación esencial de la persona, para dicha regulación.Page 32

I "El arte de amar"

Tomamos prestado el título de la conocida obra de FROMM para introducir el estudio del sentido y significado del amor que, sin duda, constituye un arte en cualquiera de los significados recogidos en los Diccionarios de Lengua: amar es un arte en tanto tiene algo de facultad del hombre de crear, de dominio de una técnica y de conjunto de medios o procedimientos para hacer bien una cosa7. Sería pretencioso creer que es posible definir el amor en términos compartibles por cualquier persona. Mi objetivo es mucho más modesto y tiene un carácter instrumental respecto del resto de trabajo en cuanto la reflexión sobre el matrimonio y su futuro en las regulaciones jurídicas europeas, no puede ser ajeno al concepto de amor que sustente tal relación.

Sin duda, "amar" es un término ambiguo al ser utilizado para referirse a realidades y significados muy diferentes. Intentaremos describir esta realidad, haciendo referencia a varias cuestiones. En primer lugar, nos detendremos sobre la ontología del amor, sobre lo que pueda ser esencialmente, tratando después de diferenciar las realidades que subyacen tras el término "amor". A continuación, intentaremos describir qué caracteriza el amor en la relación de pareja. Finalmente, nos plantearemos un interrogante sobre si cabe predicar los elementos definidos en la relación afectiva entre un hombre y una mujer a las parejas formadas por personas del mismo sexo.

I 1. Ontología del amor: el amor como movimiento

El amor no es esencialmente un sentimiento hacia una persona determinada sino una actitud, una orientación8, un apetito natural oPage 33 inclinación, en términos tomistas9, aunque ello no significa que no existan diferencias según la relación en que el amor se manifiesta, de su objeto. Decimos que el amor es un movimiento porque nace de un movimiento interior que nos lleva al encuentro del otro o de los otros y porque es una experiencia dinámica, crece, cambia y se transforma, no permanece siempre igual. MARTÍN BUBER describe claramente lo que queremos decir en su obra "Yo y Tú" al adentrarse en el sentido de la relación de un ser humano, Yo, con otro, Tú, y lo que la diferencia de la relación con el Ello, lo material, que se consume en el encuentro, se crea o se usa. "No tan claro es el sentido del efecto en la relación con el ser humano-Tú. El acto esencial que funda aquí la inmediatez es con frecuencia interpretado sentimentalmente, y de este modo mal conocido. Los sentimientos acompañan el acto metafísico y metapsíquico del amor, pero ellos no lo constituyen; y los sentimientos concomitantes pueden ser de naturaleza muy diferente... pero el amor es uno. A los sentimientos se los tiene, el amor "ocurre". Los sentimientos habitan en el ser humano; pero el ser humano habita en el amor. Esto no es una metáfora, sino la realidad: el amor no se adhiere al Yo como si tuviese al Tu sólo como contenido, como objeto, sino que está entre Yo y Tú. Quien no sepa esto, quien no lo sepa con todo su ser, no conoce el amor aunque atribuya al amor los sentimientos que vive, que experimenta, que goza y exterioriza. El amor es una acción cósmica. A quien habita en el amor, a quien contempla en el amor, a ése los seres humanos se le aparecen fuera de su enmarañamiento; buenos y malos, sabios y necios, bellos y feos, uno tras otro, se le aparecen realmente y como un Tú, es decir con existencia individualizada, autónoma, única y erguida; de vez en cuando surge maravillosamente una realidad exclusiva, y entonces la persona puede actuar, puede ayudar, sanar, educar, elevar, liberar. El amor es responsabilidad de un Yo por un Tú..."10.

En el origen de este movimiento se encuentra la propensión de la persona hacia su felicidad, hacia su bien en terminología tomista. Efectivamente, para Santo Tomás el hombre es un ser en permanente búsqueda y de cada una de sus instancias surge una tendencia. El afecto esPage 34 una acto o movimiento de la tendencia, siendo el amor la primera y más básica de las respuestas afectivas, las llamadas pasiones por los medievales.

Esta concepción tomista del amor, llamada física o greco tomista y representada, además de por el propio Tomas de Aquino, por Hugo de San Víctor o San Bernardo, es contestada por los místicos cisterciense y franciscanos, que oponen lo que se llama la concepción extática del amor. Así, entienden que las inclinaciones o apetitos son respuestas de la naturaleza que nos llevan a conseguir lo que necesitamos y en este sentido el amor sería pura concupiscencia. Amor y apetito son conceptos excluyentes: el amor que busca el propio bien se considera egoísmo y por ello, sólo el amor que se pone fuera de sí es perfecto, el que nos lleva a ocuparnos del bien de la otra persona y lucha contra los propios apetitos y egoísmos11. En esta línea se inscribe también la conocida dicotomía entre Eros y Ágape12. Ágape es el amor desinteresado que actúa sin motivos egoístas. Eros es el amor interesado y egocéntrico. El Ágape es así el verdadero amor, el amor perfecto, y se afirma, desde esta visión, que la teoría tomista sobre el amor reduce el Ágape al Eros no dejando sitio al verdadero amor.

Frente a esta idea que procede del protestantismo, especialmente cuando Calvino calificaba de "peste" el amor a sí mismo y que fue difundida también por la identificación que Freud hizo con el narcisismo, no han faltado autores que hacen una interpretación diferente del pensamiento tomista13, considerando no sólo exagerada esta valoraciónPage 35 negativa del Eros, sino también poco fiel a las precisiones del Aquinate sobre el...

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