Los precursores de la unidad europea en los siglos XIX y XX

AuthorMaría Dolores del Mar Sánchez González
ProfessionUniversidad Nacional de Educación a Distancia
Pages331-372
Siglo XIX
1. La idea de Europa: de la ilustración a la revolución

Hablar de la idea de Europa supone hablar de la superación de las políticas nacionales para pasar a una época en la que lo relevante es la política continental. En cierta forma el llamado Espíritu europeo comprendería algo más allá de un mero espacio geográfico. Será un sentimiento que se desarrollará de forma especial durante los siglos XIX y XX, pero que aún hoy parece que estamos lejos de alcanzar.

Lo cierto es que los tres últimos siglos de nuestra historia aparecen regidos por la construcción de Estados-naciones, pero ello planteó múltiples problemas (amenaza turca, las continuas guerras, etc.), surgiendo la idea de Europa como medio de resolverlos, sobre todo en el siglo XVIII.

La diferencia esencial entre ilustrados y románticos está, en primer lugar en la revalorización, como veremos, que éstos últimos hacen de la Edad Media que Page 331 lejos de ser bárbara parará a ser de elevación espiritual. La segunda diferencia se encuentra en la relación que se establece entre Europa y las Naciones, que como veremos pasa de ser de predominio de una nación sobre toda Europa a dos vertientes: una que predicara el equilibrio político de las potencias (base doctrinal de la Restauración), en un europeismo conservador y que no conciliará nunca la idea de nación y Europa; y otra que tratará precisamente de acomodar la idea de nación con la idea de Europa.

2. La etapa de las revoluciones

La Revolución Francesa supone el inicio de una nueva etapa que cristaliza en una serie de cambios que propician un distanciamiento con los principios y el derecho mantenido hasta ese momento: se produce un cambio importante en el concepto de soberanía que pasa a residir en el pueblo; también cambia el concepto del poder cuya legitimidad se basa en la voluntad de los individuos; y por último se establece una separación o división de los poderes.

La idea fundamental de la Revolución era la libertad. Libertad de los individuos pero también de las naciones que en un sistema de igualdad estaban avocadas a entenderse, evitando de esta forma las continuas guerras que salpicaron nuestra historia y esa fue una de las premisas que se consignaron en la Asamblea Constituyente francesa de 17901 .

Pero paradójicamente la Revolución se ve empujada a una serie de guerras debidas al deseo de los revolucionarios, y a los derechos recién adquiridos a extender la revolución a todo el mundo, al objeto de encontrar una federación donde reine la felicidad. La consecución de ese liberalismo universal será la premisa indispensable del discurso revolucionario. Como una mecha, el avance de la libertad se extiende prometedor por Occidente. Ese deseo terminará materializándose en la idea de una República universal, idea que será transmitida a la Convención. Fue Anacarsis CLOOTS, cuyo verdadero nombre era Jean-Baptiste, un prusiano de origen holandés y ascendencia aristocrática, quien el 21 de abril de 1792 exponía su idea de una República mundial centralizada como medio eficaz para suprimir las guerras, situando su centro en la comuna de París.

Rechaza en cambio la fórmula federalista, la Confederación de Estados o naciones, según el, no tiene nada que ver con la Unidad soberana o Confederación individual que él propone, pues la soberanía sólo le corresponde al género humano y todo el que acepta esa premisa esa llamada a ser admitido en la República de los hombres . Page 332

Su proyecto fue rechazado, encargándose ROBERT de hacer ver lo utópico de ese proyecto y la necesidad de ser realista y ocuparse de los problemas de Francia y de su población, en un ataque de egoísmo nacional, aunque sin dejar de mostrar su solidaridad con el resto del universo.

Esta fue la consecuencia más inmediata del rechazo de la fórmula federalista: el caer en la agresividad del nacionalismo. El enfrentamiento pues está servido: de una parte los girondinos defensores del federalismo y de otra los jacobinos defensores de un nacionalismo pronunciado y hacia este último se encaminará Europa.

La utopía no pudo ser consolidada pues pronto Francia solicitó a Austria y al Papado la devolución de Alsacia y Aviñón. En una primera guerra Francia se enfrentó con Austria y al conquistar Bélgica se vio obligada a argumentar la teoría de las fronteras naturales de Francia el Atlántico, el Rhin y los Alpes- e iniciar una serie de incorporaciones territoriales. Es natural que se formaran entre 1793 y 1802 dos coaliciones europeas contra la Revolución: Austria, España, Nápoles y Rusia de un lado y de otro Austria, Nápoles, Rusia e Inglaterra. El resto de Europa no está dispuesta a permitir que se produzca una confusión entre Europa y la República francesa2.

Esto supuso un freno importante a la culminación de una posible unión continental, por parte al menos de los revolucionarios franceses, porque en el ámbito europeo si existieron planes de unión. Tal es el caso de Jeremías Bentham (1747-1832), Emmanuel Kant (1724-1804), Edmund Burke (1729-1797), Fredrich von Gentz (1764-1832), entre otros.

Jeremías BENTHAM (1748-1832), filósofo inglés fundador del utilitarismo doctrina según la cual el interés es el único móvil de las acciones humanas-, en sus obras Plan por una paz universal y Principles of International Law (1789, aunque publicadas en 1843) aborda el tema de la Unidad Europea. En el cuarto y último ensayo propone un grupo de medidas para Europa, aunque sean de aspiración mundial, en cuya base se encuentra un deseo de paz universal duradera . Para ello es precisa la reducción de las fuerzas de las naciones europeas y la emancipación de las colonias. A tales efectos formula una serie de proposiciones3: 1. A Gran Bretaña no le interesan las dependencias lejanas . 2. Tampoco firmar tratados de alianza ofensiva o defensiva. 3. Tampoco tratados comerciales que perjudiquen a terceros. 4. La fuerza naval que excede de lo necesario para defenderse de los piratas, no tiene sentido. Page 333 5. No interesan el mantenimiento de fuerzas navales. 6. Las mismas proposiciones pueden sostenerse respecto a Francia.

Para la consecución de la paz, propone además la creación de una asamblea internacional, Congreso o Dieta, que fuese capaz de establecer su opinión e imponerla a los Estados, y un tribunal de justicia común formado por árbitros, sin olvidar la importancia del librecambismo, como elementos indispensables para evitar las guerras4.

Emmanuel KANT (1724-1804), filósofo alemán, publica en 1795 su obra La paz perpetua, Proyecto filosófico de Paz eterna elaborado siguiendo los pasos del abad de Saint-Pierre y de Rosseau, publicado en K^enigsberg en 1795, agotándose la primera edición rápidamente, siendo objeto de una segunda edición y una traducción al francés bajo el título de Proyects de paix perpétuel5 . Poco antes de la revolución ya mencionaba en varias obras la necesidad de una Liga de Pueblos, en la convicción de que las luchas entre los pueblos sólo puede ser desterrada si desaparece la soberanía de los príncipes. Por ello rechaza cualquier sistema que suponga situar al frente de esa liga a una sola autoridad mostrándose partidario de una federación de Estados, concibiendo como única posibilidad para que uno de los Estados se sitúe a la cabeza el supuesto de que este se erija en exaltador del entendimiento6. Estas ideas son ahora profundizadas en su obra, inspirándose en la Paz de Basilea firmada por Prusia y España con Francia, adoptando un tono profundamente optimista fruto del desarrollo de los acontecimientos en Francia, aunque estableciendo una serie de condiciones para el logro de sus objetivos: el respeto de los tratados, la supresión de los ejércitos permanentes, la organización política de los pueblos sobre los principios de libertad, igualdad, liga o federación de las naciones, constitución de un derecho de ciudadanía mundial, respeto a las naciones pequeñas, carácter público de los acuerdos, etc. Esta obra, dividida como si de un Tratado internacional se tratara sintetiza su pensamiento federalista. Según él el Derecho de gentes debe fundarse en una federación de Estados libres, lo que no deja de tener obstáculos7: Page 334

    Tiene pues que establecerse una federación de tipo especial, que podría llamarse federación de paz foedus pacificus, la cual se distinguirá del tratado de paz en que éste acaba con una guerra y aquélla pone término a toda guerra. Esta federación no se propone recabar ningún poder del Estado, sino simplemente mantener y asegurar la libertad de un Estado en sí mismo, y también la de los demás Estados federados, sin que éstos hayan de someterse por ello como los individuos en el estado de naturalezaa leyes políticas y a una coacción legal. La posibilidad de llevar a cabo esta idea su realidad objetivade una federación que se extienda poco a poco a todos los Estados y conduzca, en su último término, a la paz perpetua, es susceptible de exposición y desarrollo. Si la fortuna consiente que un pueblo poderoso e ilustrado se constituta en una república, que por natural tendencia ha de inclinarse hacia la idea de paz perpetua, será ese pueblo un centro de posible unión federativa de otros Estados, que se juntarán con él para afirmar la paz entre ellos, conforme a la idea del derecho de gentes, y la federación ira poco a poco extendiéndose mediante adhesiones...

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