Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre el Informe de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones — Informe sobre el estado de la Unión de la Energía 2020 de conformidad con el Reglamento (UE) 2018/1999 sobre la gobernanza de la Unión de la Energía y de la Acción por el Clima [COM(2020) 950 final], y sobre la Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones — Evaluación, a escala de la UE, de los planes nacionales de energía y clima: Impulsar la transición ecológica y promover la recuperación económica mediante una planificación integrada en materia de energía y clima [COM(2020) 564 final]

SectionSerie C
Issuing OrganizationComité Económico y Social

9.6.2021 ES Diario Oficial de la Unión Europea C 220/38

Consultas Comisión Europea, 11.11.2020 y 27.11.2020 Fundamento jurídico Artículo 304 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea Sección competente Transportes, Energía, Infraestructuras y Sociedad de la Información Aprobado en sección .9.3.2021 Aprobado en el pleno 24.3.2021 Pleno n.o 559 Resultado de la votación (a favor/en contra/abstenciones) 236/4/6

1.1. El Comité Económico y Social Europeo (CESE) considera admirables la meticulosidad y precisión con que la Comisión documenta y evalúa la evolución de la Unión de la Energía. La forma en que se han elaborado y evaluado los planes nacionales de energía y clima pone de manifiesto que la gobernanza de la Unión de la Energía funciona.

1.2. El CESE observa con alivio que, aunque algunos Estados miembros están claramente rezagados respecto a los objetivos energéticos y climáticos, estos se han alcanzado a grandes rasgos en 2020. Sin embargo, esto no debe hacernos caer en la complacencia. Los objetivos para los próximos treinta años, empezando por la década de 2020, son mucho más ambiciosos. El ritmo de transformación debe incrementarse considerablemente; con todo, debería tenerse presente la situación económica y social de cada uno de los Estados miembros. De otro modo, correría peligro la aceptación social de las inversiones y las reformas encaminadas a acelerar la transición energética. La transformación energética también se verá amenazada si a nivel político se promete la participación de amplios sectores de la sociedad pero esta promesa no se toma en serio ni se cumple en la realidad.

1.3. Por ello es también especialmente importante tener en cuenta no solo los objetivos globales, en particular los climáticos, sino también los objetivos específicos que la propia Comisión se ha fijado en la Estrategia Marco para una Unión de la Energía resiliente y en el paquete de medidas «Energía limpia para todos los europeos». Y, en ese aspecto, los resultados son mucho peores.

1.4. En la Estrategia marco, la Comisión mencionaba como principal objetivo una Unión de la Energía que sitúe a los ciudadanos en el centro. En su Comunicación sobre el estado de la Unión de la Energía, la Comisión no dice ni una palabra sobre los avances conseguidos en relación con ese objetivo ni sobre las estrategias que se aplicarán en el futuro para alcanzarlo. Para el CESE, esto es completamente inaceptable.

1.5. En su evaluación de los planes nacionales de energía y clima, la Comisión considera que en los planes nacionales de los Estados miembros no se presta suficiente atención al desarrollo de la energía participativa. Esto es preocupante. Pero el hecho de que la Comisión solo reaccione a ello con un llamamiento sumamente genérico a los Estados miembros resulta decepcionante. El que unos objetivos ambiciosos como los establecidos en el paquete de medidas «Energía limpia para todos los europeos» y en la Estrategia Marco de la Unión de la Energía no sean objeto de un seguimiento serio no solo perjudica a la Unión de la Energía sino que también pone en jaque la credibilidad de la política europea en su conjunto.

1.6. Por ello, el CESE considera necesario que, en futuros informes, la Comisión examine con más detenimiento el grado y la calidad de la aplicación, el cumplimiento y la ejecución del tercer paquete energético en los Estados miembros, en particular respecto al modo en que estos pretenden «situar a los ciudadanos en el centro». En el pasado, la aplicación de la normativa energética se ha retrasado y, a menudo, no ha redundado en beneficio de los ciudadanos.

1.7. También es necesaria una mirada crítica en relación con otros tres objetivos de la Unión de la Energía: la disminución de la dependencia energética mediante la reducción de las importaciones de energía, la eliminación de las subvenciones a las fuentes de energía perjudiciales para el clima y el medio ambiente, y la asunción de una posición de liderazgo en energías renovables, eficiencia energética y movilidad eléctrica. Según se desprende de los documentos de la Comisión, ninguno de estos tres objetivos se ha cumplido. Sin embargo, se guarda silencio respecto a las causas. Tampoco se hace referencia alguna a las enseñanzas extraídas de este fracaso ni a las consecuencias que se derivan para los siguientes pasos, por ejemplo en el caso del Fondo Europeo de Recuperación.

1.8. El CESE considera que los planes nacionales de energía y clima de los Estados miembros ponen de manifiesto la falta de coherencia de la política energética europea. El CESE estima asimismo que la mayoría de los planes nacionales de energía y clima no son suficientemente específicos, en particular en lo que atañe a las cuestiones importantes de la seguridad energética y la transición justa.

1.9. Por consiguiente, el CESE pide a la Comisión que, en la evaluación de los planes nacionales de energía y clima, preste más atención a la adecuación de las estrategias para una transición justa, y en especial, a la consecución de los objetivos siguientes: — facilitar las transiciones laborales;

— apoyar a los trabajadores y trabajadoras que pierdan su empleo como consecuencia de la descarbonización (cada puesto perdido debería sustituirse al menos por otro equivalente);

— luchar contra la pobreza energética y compensar los efectos de redistribución regresiva, y

— desarrollar potenciales económicos regionales derivados de las energías renovables y nuevas formas de participación y presencia en la producción de electricidad.

2.1. El 25 de febrero de 2015, la Comisión presentó su Comunicación titulada «Estrategia Marco para una Unión de la Energía resiliente con una política climática prospectiva» (1). La estrategia perseguía los siguientes objetivos: — la seguridad del abastecimiento energético, entre otros mediante la reducción de la dependencia de las importaciones de energía;

— un mercado europeo de la energía plenamente integrado;

— una economía sostenible, hipocarbónica y respetuosa con el clima;

— investigación, innovación y competitividad a fin de que Europa pueda ser líder mundial en materia de energías renovables;

— la cualificación de la mano de obra europea para el sistema energético del futuro;

— la confianza de los inversores por medio de señales de precios que reflejen las necesidades y los objetivos políticos a largo plazo.

2.2. Lo que es más importante, según expuso entonces la Comisión, se aspiraba a «una Unión de la Energía centrada en los ciudadanos, en la que estos asuman la transición energética, aprovechen las nuevas tecnologías para reducir sus facturas y participen activamente en el mercado, y en la que se proteja a los consumidores vulnerables». La Comisión también consideró prioritario que las partes interesadas participasen en la configuración de la Unión de la Energía, y señaló que una transición socialmente justa era un principio fundamental para abordar la transición energética.

2.3. Por lo demás, la Comisión también explicó que la Unión de la Energía necesitaba un proceso integrado de gobernanza y seguimiento. Con el Reglamento (UE) 2018/1999 del Parlamento Europeo y del Consejo (2) sobre la gobernanza de la Unión de la Energía, la UE se dotó de un fundamento jurídico para ello. En virtud de este Reglamento, los Estados miembros están obligados a presentar periódicamente planes nacionales integrados de energía y clima, en los que también deben describir sus contribuciones a la consecución de los objetivos de la Unión de la Energía.

2.4. En su informe de 2020 sobre el estado de la Unión de la Energía, la Comisión ahora hace referencia a los avances logrados y los presenta en cinco apartados: — descarbonización (incluido el despliegue de energías renovables);

— eficiencia energética, teniendo particularmente en cuenta el principio de «la eficiencia energética primero»;

— seguridad energética (incluidas la reducción de las importaciones de energía en la UE y el incremento de la flexibilidad y la resiliencia de los sistemas energéticos nacionales);

— mercados interiores de la energía;

— Investigación, innovación y competitividad

2.5. Sobre esta...

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