Cómo queda la Europa social en un mundo cada vez más globalizado. 2ª Ponencia

AuthorMauricio Rojas
ProfessionDiputado en el Parlamento sueco y profesor adjunto de Historia Económica de la Universidad de Lund
Pages41-56

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I El estado de bienestar y el malestar de la europa social

Hace no mucho pudimos ver con asombro como Francia fue el escenario de motines urbanos sin precedentes en la Europa de la post-guerra. París ardió noche tras noche y así lo hicieron también decenas de otras ciudades francesas. Lo que allí ocurrió fue único en cuanto a su magnitud y virulencia pero no es algo que resulte totalmente ajeno a la realidad de muchos otros países avanzados de Europa. Tenciones similares a las que terminaron desencadenando el estallido de violencia en Francia se han ido acumulando por doquier en una Europa que muchas veces se ha vanagloriado por haber construido un tipo de sociedad que justamente debía hacer imposible ese tipo de convulsiones sociales. Esto nos obliga a plantearnos una serie de preguntas importantes sobre lo que a veces se llama la Europa Social o, como prefiero hacerlo, la Europa de los grandes estados de bienestar.

Es evidente que algo está fallando en la estructura misma del «modelo social europeo». La tesis que al respecto voy a desarrollar en esta ponencia es que los problemas que estamos viendo son el precio de la construcción misma de ese modelo y, en particular, de sus grandes estados sociales o de bienestar. En otras palabras, los estados de bienestar, que en su momento fueron construidos con el propósito explícito de crear sociedades cohesionadas y relativamente armónicas, se han transformado a mi juicio en generadores de desintegración y tensiones sociales.

Esto, que puede parecer una paradoja, no es sino un ejemplo notable de aquello que Frédéric Bastiat tan brillantemente describió en su ensayo de 1850 acerca de «lo que se ve y lo que no se ve» en materia de reformas sociales. El Estado de Bienestar tiene una parte visible y evidente, y su oferta de mayores derechos y seguridad es prácticamente irresistible. Eso es lo que se ve, y por ello es que se puedan ganar elecciones prometiendo la expansión constante de

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esos derechos y de esa seguridad avalada por el Estado. Lo que no se ve es el costo de lo mismo, y es ese costo que yo creo se pagó en los disturbios franceses y se está pagando cotidianamente en la frustración que se acumula entre los excluidos del «sueño europeo». Ya sabemos que «there’s no such thing as a free lunch», como Milton Friedman bien lo dijo, asimismo «there’s no such thing as a free Welfare State»; todo cuesta y las medallas más brillantes también tienen un reverso.

Quiero empezar por lo más evidente, a saber, el desarrollo económico medido en su forma más simple, es decir en términos de PIB por habitante. La figura que se exhibe a continuación compara el desempeño de tres países europeos con el de Estados Unidos. Se trata de Suecia, Gran Bretaña y Francia, tres países ya avanzados al comienzo del período en cuestión y por ello comparables con Estados Unidos. Lo que la figura muestra es la diferencia, en dólares constantes del año 2000 y paridad de poder adquisitivo, entre el producto per cápita de estos países respecto del estadounidense. Como vemos, esa diferencia tiende a disminuir (acercarse a cero en el diagrama) hasta mediados de los años 70 tanto en Suecia como en Francia, para después comenzar a crecer rápidamente. En el caso de Gran Bretaña el cambio de tendencia se produce ya en los 60. Así, Suecia llegó en 1975 a acortar la distancia respecto a Estados Unidos a sólo 1.744 dólares por habitante para luego ver como se ampliaba hasta llegar en 2004 a alcanzar una cifra cinco veces mayor, a saber, 9.024 dólares.

Figura 1: Diferencia del PIB por habitante respecto del de Estados Unidos, 1950-2004

En dólares constantes del año 2000 de igual poder adquisitivo

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Fuente: Penn World Table 6.2, Real GDP per capita (Constant Prices: Laspeyres)

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Este cuadro sería mucho más dramático si sólo mirásemos el desarrollo del PIB y no del PIB por habitante, ya qué, como se sabe, el aumento poblacional de los Estados Unidos es mucho mayor que el de los países europeos aquí considerados. En todo caso, este diagrama resume con bastante claridad aquello que se ha llamado euroesclerosis, es decir, la incapacidad de las economías maduras de Europa Occidental de mantener un ritmo de crecimiento comparable al de otras economías desarrolladas, en particular la estadounidense. Esto significa que si bien hay un crecimiento en esos países ese crecimiento no ha sido lo que evidente podría haber sido, lo que conlleva una pérdida relativa muy significativa del ingreso promedio y, por lo tanto, del bienestar general de sus habitantes.

Esta distancia en términos de ingreso o producto por habitante significa mucho desde el punto de vista del bienestar de los europeos. Voy a dar un par de ejemplos al respecto. Primero sobre la salud y luego sobre la educación. En la figura siguiente se muestra tanto el gasto total como el gasto público en salud por habitante el año 2004.

Figura 2: Gasto total y público por habitante en salud, 2004

En dólares de igual poder adquisitivo

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Fuente: OECD Health Data 2006

Por cierto que se puede discutir el significado exacto de estas cifras ya que, por ejemplo, el precio de los servicios de salud es más alto en los Estados Unidos, pero la diferencia no deja de ser muy significativa: en 2004 el gasto en salud por habitante en Estados Unidos prácticamente duplicaba el de los países más desarrollados de Europa y triplicaba el gasto español. Esto se debe a dos factores, por una parte el que Estados Unidos sea un país bastante más rico que los europeos y, por

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otra parte, que el gasto en salud como porcentaje del PIB sea significativamente mayor en Estos Unidos que en Europa (por ejemplo, 16 por ciento en Estados Unidos contra el 9 por ciento en Suecia). Ello se debe básicamente a las fuentes de financiamiento del gasto en salud, que en el caso estadounidense combinan un aporte fiscal importante con uno privado de la misma o mayor importancia.

Aún más interesante es comparar las cifras del gasto público en salud por habitante que muestran que en Estados Unidos el Estado gasta más que por ejemplo en Suecia a pesar de que estamos comparando un Estado muy limitado con el Estado Benefactor más grande que haya existido. Y la diferencia sería aún mayor si sólo considerásemos a los sectores más vulnerables de la población de cada país, ya que, como es...

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