La inexistencia de argumentos europeos sobre la Unión

• Pages: 43-51

Page 43

La incapacidad de las instituciones europeas y de los Gobiernos para hacer llegar al ciudadano en qué consiste la Unión Europea, cómo funciona o para qué sirve es una realidad contrastada a lo largo de los últimos años. La mayoría de los europeos no se siente bien informada acerca de la Unión y sus proyectos, una situación que, teniendo en cuenta la cantidad ingente de información que generan las instituciones europeas, no deja de resultar paradójica.

De hecho, en febrero de 2004, año en el que diez nuevos países ingresaron en la Unión y los líderes sancionaron el texto final de la Constitución Europea, el 71 por ciento de los europeos se reconoció "mal informado" acerca de este proyecto, un porcentaje superado por los finlandeses (87%); portugueses (80%); suecos (79%); italianos (76%); españoles, letones y checos (74%); y holandeses (73%), según los datos del Eurobarómetro de la Comisión.

Pese a ello, un 77 por ciento se mostró de acuerdo en contar con una Constitución para Europa, porcentaje que superó el 80 por ciento en Alemania, Bélgica, España, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Portugal, Chipre, Hungría, Lituania y Eslovenia, y tan sólo suecos y británicos (58% y 51%, respectivamente) se mostraron menos entusiastas ante el texto. La mayoría de los encuestados, un 65 por ciento, confió en ser informado por televisión y radio, mientras que un 43 por ciento dijo esperar dicha información por la prensa.

Un año después, en enero de 2005, cuando el respaldo a la Constitución descendió al 49 por ciento de los europeos, un 20 por ciento destacó como uno de los motivos "negativos" la falta de información. Las fuentes informativas sobre el texto fueron los Gobiernos nacionales para un 22 por ciento, los periodistas para el 10 por ciento, el Parlamento Europeo para el 15 por ciento, la Comisión para el 11 por ciento y los amigos para el 9 por ciento. El Eurobarómetro presentado por la Comisión reveló que una media del 56 por ciento de los entrevistados conocía algunos datos de la Constitución, el 33 por ciento dijo no saber nada y un 11 por ciento consideró que su conocimiento es elevado. En el caso de los españoles, a menos de un mes para el referéndum sobre el texto que se celebraría el 20 de

Page 44

febrero, el 55 por ciento aseguró conocerla pero muy poco, el 33 por ciento nunca oyó hablar de ella y el 12 por ciento dijo que la conocía en profundidad.

Así las cosas, no sorprendió que la "falta de información" fuera la causa principal alegada por más del 40 por ciento de los españoles que se abstuvieron en la consulta española, según una edición especial del Eurobarómetro hecha pública a mediados de marzo, en la que se constató que uno de cada dos encuestados declaró no poseer toda la información necesaria para tomar una decisión antes de acudir a las urnas. En la misma proporción, en torno a la mitad de los encuestados indicó que las noticias y debates televisados o emitidos por radio, así como los artículos de prensa, les fueron útiles de cara al referéndum al detectar en ellos una capacidad de información "algo más efectiva" frente a la "eficacia limitada" de los mecanismos institucionales y oficiales.

Algo más de tres meses después se celebraron los referéndum en Francia, el 29 de mayo, y Holanda, el 1 de junio. Con tres días de diferencia, los holandeses secundaron el ‘no’ francés, aunque en ninguno de los dos casos la Constitución propiamente dicha fue objeto de la negativa de estos ciudadanos.

El Eurobarómetro publicado el 15 de junio, un día antes de la cumbre europea, concluyó que en el caso francés el rechazo estuvo motivado por cuestiones socio-económicas para el 47 por ciento de los entrevistados, mientras que en el holandés la falta de información fue la razón esgrimida por el 32 por ciento de los encuestados. Pese a ello, casi el 88 por ciento de los franceses y el 82 por ciento de los holandeses tenían una opinión positiva sobre Europa, lo que llevó entonces a la vicepresidenta de la Comisión Europea, Margot Wallstrom, a reconocer que debe mejorarse el diálogo entre las instituciones comunitarias y los ciudadanos.

En opinión del exministro español de Asuntos Exteriores Marcelino Oreja Aguirre "el método comunitario, excesivamente técnico y elitista, ha producido una imagen tecnocrática de Europa y las elites políticas no han logrado que los ciudadanos hagan suya la construcción europea, que participen y desarrollen progresivamente un sentimiento de pertenencia"⁵⁷.

De ahí que el Consejo, la Comisión y el Parlamento europeos emprendieran entonces sendas iniciativas para fomentar el debate en cada país y conseguir la ratificación del texto. El primero en hacerlo fue el Consejo, que en su reunión de junio adoptó una Declaración sobre la "ratificación del Tratado por el que se establece una Constitución para Europa" en la que se proponía un periodo de reflexión tras los ‘noes’ de Francia y Holanda, los únicos países que la rechazaron en referéndum, y un debate en cada país en el que contribuyeran las instituciones europeas, cuya información fue defendida como útil en la encuesta de marzo por tan sólo el 25 por ciento de los españoles. Seguidamente fue la Comisión la que,

Page 45

el 13 de octubre, adoptó una "contribución al periodo de reflexión y más allá" en el "Plan D", ‘D’ de democracia, diálogo y debate -COM (2005) 494- que incluyó trece iniciativas a nivel comunitario, la realización de otro Eurobarómetro especial sobre el futuro de Europa y un documento que recogiera un resumen de los debates nacionales organizados en la Unión.

En este sentido, los primeros datos recabados tras estas medidas no fueron halagüeños en comparación con los obtenidos en primavera. Así, según el Eurobarómetro de otoño publicado en diciembre de 2005 por la Comisión, los indicadores que reflejaron que el sentimiento de...