Cambio social y transformación política

AuthorSchiera, Pierangelo
Pages109-116

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Se podría terminar aquí si no fuera porque hay otro gran constitucionalista que, en la primera mitad del siglo XIX, dio prueba de una inteligencia que se manifestó plenamente a partir de mediados de siglo. Hablo de Alexis de Tocqueville que, junto a Bentham, debe ser reconocido como uno de los mayores pensadores políticos del liberalismo. Aunque solo más tarde, en el Ancien Régime et la Révolution de 1856, tratará de explicar los momentos de ruptura y de continuidad en la historia de Europa entre los siglos XVIII y XIX1, ya en el período entre 1830 y 1848, tan importante para la historia constitucional francesa, percibió el episodio más transformador que entonces se estaba cimentando, aunque fuera del continente europeo: el de la democracia. Se puede empezar por las impresiones sobre la situación "revolucionaria" de Inglaterra que recogió en el Voyage en Angleterre, terminado en 1833, pero el discurso solo concluyó gracias a otro viaje mucho más difícil, el que realizó a América del Norte con el fin de examinar y dar cuenta, por encargo del gobierno francés, del sistema penitenciario allí vigente. Desde el punto de vista histórico-constitucional que nos interesa aquí, se dice que lo que más impresionó a Tocqueville no fue ni la estructura federal que se habían dado los Estados Unidos ni la forma republicana de su gobierno, sino más bien el modo articulado y difuso mediante el cual se habían realizado en la sociedad americana los principios de igualdad y de libertad, tan típicos de la experiencia europea

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y de la francesa en particular, dando lugar a un sistema político absolutamente nuevo que podría incluso servir de modelo para la futura transformación del Estado en Europa.

Pero también para su posible degeneración, como considera desde el principio Tocqueville (y luego cada vez con mayor insistencia), bajo la doble faceta tanto del sistema político (del que prevé una evolución en un sentido tiránico) como de la propia condición humana (que podría empeorar en un sentido excesivamente individualista)2. El punto crucial de la reflexión creo que se encuentra en la aparente contradicción en una democracia entre el reconocimiento de la superioridad de la mayoría y la necesidad de ponerle límites continuamente. Si lo pensamos bien, es el mismo problema por el que había entrado en crisis el Antiguo Régimen: por una parte la legitimidad del poder absoluto del rey, por otra la necesidad de ponerle todos los límites posibles. La soberanía del pueblo sustituía ahora -basándose en el principio de igualdad? a la del monarca y se manifestaba a través de la voluntad de la mayoría. El problema era comprender cómo había sucedido eso y, finalmente, cómo podía garantizarse la libertad en una sociedad igualitaria3. Pero, antes, el problema era comprender el alcance de la Revolución, no solo en la dimensión personal que había impresionado entonces al propio Tocqueville a través de su familia, sino también por la recurrencia del proceso tras 1789, 1830 y luego 1848-51.

En la primera parte de la Démocratie Tocqueville incluyó el capítulo "Tyrannie de la majorité" en el que se bosquejaba cierta "degeneración" del Estado que podía conducir al totalitarismo. «De modo que cuando veo que se le otorga el derecho y la facultad de hacerlo todo a una potestad cualquiera, llámese pueblo o rey, democracia o aristocracia, se ejerza en

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una monarquía o en una república, digo: ahí se encuentra el germen de la tiranía, y trato de ir a vivir bajo otras leyes»4.

En la segunda parte de la Démocratie el diseño es más general y abstracto y contiene ya la visión melancólica de una utopía no realizada. En 1848 será evidente en Tocqueville la convicción de la relatividad de los regímenes políticos. Luego vendrá el gran libro de historia L’Ancien Régime et la Révolution. A lo largo de este camino es muy posible calificar a Tocqueville como uno de los principales escritores que, en la historia del pensamiento constitucional de nuestra época contemporánea, hicieron de puente entre la democracia y el totalitarismo. Le acompañará dignamente, dos o tres generaciones después, Max Weber (y, entre ambos, Karl Marx).

La referencia a los Estados Unidos permite señalar, finalmente, dos temas de gran fuerza que, sin embargo, se han descuidado en estos breves trazos de historia del pensamiento constitucional europeo entre 1815 y 1847. Me refiero a la república y a la federación. Por lo que se refiere a la primera, es natural que su propia posibilidad de existir estuviera en clara oposición con la premisa de legitimidad sobre la cual construyó su fundamento la restauración posrevolucionaria desde Viena en adelante. Según este principio, solo la monarquía podía ser considerada como una forma de gobierno capaz de enlazar el presente -y más aún el futuro? con el pasado prerrevolucionario. También porque, tras los primeros resultados de la revolución, con la difusión del principio democrático en toda Europa por obra el Imperio napoleónico, se restableció ya un principio monárquico-constitucional. Había asimismo razones de peso que se oponían a la conveniencia del régimen republicano: este podía estar indicado, todo lo más, en pequeños Estados de tercer o cuarto rango en los que, además...

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