De la cuestión social al totalitarismo: hacia la globalización

AuthorSchiera, Pierangelo
Pages121-136

Page 121

La primera fase del constitucionalismo europeo se caracterizó por la confluencia, realmente afortunada, de los elementos históricos de la tradición, la reforma y la revolución. La segunda fase, una vez "acabada la revolución", mantuvo los criterios de la tradición y la reforma, sustituyendo, por decirlo así, la revolución por la administración y conjugando luego dichos criterios en una clave que quería ser vieja (es decir, de restauración de los buenos tiempos antiguos, cuando no del antiguo régimen) pero que demostró ser novísima: la de la legitimación. En la tercera fase de desarrollo del constitucionalismo se asiste a una fuerte torsión de este último aspecto en términos cada vez más "con-temporáneos".

El período que siguió a 1848 fue el de mayor desarrollo del constitucionalismo como discurso político, tanto desde el punto de vista doctrinal (liberalismo) como desde el institucional (monarquía parlamentaria representativa). Partiendo precisamente del simbólico año 1848 se tiene una representación plástica de los ingredientes principales de la receta político-constitucional del poder -finalmente "constituido"? de la clase que, desde hacía un siglo, esto es desde el comienzo del "discurso" constitucional, aspiraba a la hegemonía: la burguesía.

Los ingredientes son el pueblo, la nación, el parlamento, el electorado, los partidos, y la reforma social y democrática. Cada uno de ellos expresa, sintética pero también por ello ideológicamente, aspectos de la necesidad de modernización que pasó desde entonces a ocupar el lugar de la vieja necesidad de constitución de la que partimos para conocer los orígenes del constitucionalismo en el siglo XVIII. Me refiero a la necesidad, por una parte, de responder a las demandas de asistencia motivadas por el incesante avance de la revolución industrial y por los enormes cambios

Page 122

tanto territoriales (urbanismo) como sociales (proletariado) que provocó en la población y, por otra, de ampliar la base de la representación popular sobre la que descansaba cada vez más el consenso exigido por la nueva forma de gobierno de base parlamentaria. Tras declararse en el período revolucionario los principios de libertad e igualdad, era ahora la bandera de la fraternidad la que ondeaba como una amenaza para el criterio de legalidad (burguesa) que el constitucionalismo había formalizado durante la primera mitad del siglo gracias al modelo del "Estado de derecho".

Se trataba de nuevas necesidades a las que no había podido dar respuesta la revolución inmadura de 1848, que en realidad se había agotado rápidamente al debilitarse la interpretación "liberal" de los verdaderos problemas que empezaban surgir, contando entonces tan solo con las "concesiones" constitucionales de los monarcas y desatendiendo -o no percibiendo? la formación de nuevos sujetos políticos: el proletariado, es decir nada menos que las masas.

Pero la "fallida" revolución liberal de 18481no fue inútil ya que, por el contrario, favoreció la consolidación, precisamente en torno a la Constitución, de todos los aspectos doctrinales e ideológicos que, antes de marzo de 1848 (Vormärz), tenían vida propia. Dicha consolidación fue debida también a la nacionalización del problema económico que, en la segunda fase de la revolución industrial, imponía intervenciones cada vez más apremiantes en la formación y la tutela de los mercados "nacionales"2. Así aunque hasta entonces había bastado con una gestión "confederada" (como en el caso alemán de la Deutscher Bund y de la Zollverein), ahora tenía un peso político creciente la cuestión económica y financiera. Para responder a ello solo se contaba, una vez más, con las monarquías, que recibieron así una nueva legitimación y reforzaron su propia posición constitucional. Pero su respuesta resultó ser cada vez más "nacional" en la medida que debían basarse en una fictio iuris como el "pueblo", una vez liberado del aura romántica que lo había hecho nacer3.

Inevitablemente, el viejo sistema se fue agrietando, moviéndose

Page 123

en una dirección democrática pero sin sacrificar las viejas instancias autocráticas de la monarquía. Por decirlo lisa y llanamente, la confrontación bipolar entre esta última y las fuerzas liberales se complicó y se amplió a sujetos no tomados hasta entonces en consideración porque aún no eran portadores de necesidades explícitas. La nueva perspectiva democrático-liberal encontró muchas vías de actuación. En primer lugar la inglesa de la constante atención reformadora a los cambios que se realizaban tanto en el plano interno como en el internacional. También la alemana del constante análisis científico, conectada a la atención a la educación (Bildung) de toda la población (pero sobre todo de la clase dirigente) y a un reformismo de tipo social con objetivos casi de religión laica. Para acabar con la francesa, que se manifestó, como era usual, por vías drásticas que preludiaban dramáticamente futuros desarrollos en una dirección populistacesarista y, en consecuencia, de tendencia autoritaria.

Pero no fue solo la monarquía la que representó un papel importante en el cambio que se estaba produciendo: en los tres casos históricos que hemos atendido hasta aquí la situación se presentaba, en efecto, de una manera muy estructurada.

Si empezamos por la Gran Bretaña en el largo periodo victoriano, bajo el reinado de la reina Victoria tuvo lugar un poderoso refuerzo de los poderes fuertes de la sociedad. Según la brillante interpretación de Bagehot4, se apoyó en la capacidad de asimilar valores viejos y nuevos y de comunicarlos y hacerlos circular por obra de una public opinion que supo asegurar, más aún que el sistema de partidos, la continuidad y la flexibilidad del sistema político. La distinción pragmática entre la vertiente realista de la política (representada por el liberalismo económico) y la simbólica (encarnada en los mitos y en los ritos de una sociedad burguesa totalmente apegada al estilo monárquico) acompañó e hizo posible el triunfo del modelo inglés en el mundo, por mimetismo frente a los otros Estados civilizados o por imposición respecto a las diferentes partes del imperio colonial.

Distinta fue la cuestión en Alemania, donde la evolución constitucional no podía dejar de enfrentarse, después de 1848, al gran problema de la unificación nacional. Este era también, desde luego, un problema ideológico y cultural, pero tenía poderosas razones de carácter práctico manifestadas en las exigencias económicas de mercado, así como en las

Page 124

razones políticas de una "gran potencia" que el propio funcionamiento del sistema europeo de Estados imponía. Pero la solución de la "cuestión alemana" (Deutsche Frage) encontraba enormes problemas en ambas direcciones por la inevitable dualidad austro-prusiana que la caracterizaba. Durante toda la parte central del siglo había estado presente la alternativa entre la solución de la "gran Alemania" (que comprendía Austria y hacía por lo tanto imposible el escapar a su hegemonía) y de la "pequeña Alemania" (sin la monarquía de los Habsburgo y, por ello, bajo la inevitable hegemonía prusiana); y solo se encontró una solución drástica con la guerra, que enfrentó a los dos países por el control de Schleswig-Holstein y que concluyó con la victoria prusiana en Sadowa. Siguió inmediatamente la victoria sobre los franceses en Sedán que dio lugar a la proclamación del Deutsches Reich en 1871, nada menos que en las salas del palacio de Versalles. En todo ello tuvo un lugar preeminente la dinastía de los Hohenzollern, que ya había engrandecido Prusia durante los dos siglos anteriores5. Asumió ahora, en la nueva dimensión federal-imperial que adoptó el constitucionalismo alemán -al que también los "liberales", guiados por Bismark, habían proporcionado pleno apoyo?, el papel de intérprete del nuevo período incluso en la dimensión "social" que acabamos de ver.

La situación de Francia es diferente una vez más, también a causa de la derrota -ya mencionada? que sufrió el ejército francés en Sedán por obra de los prusianos. Tras el intenso período de 1848, pronto admirado precisamente por Stein que hacía entonces una estancia en París6, el fuego volvió a arder en 1871 y dio lugar a la Commune parisina que, durante mucho tiempo, fue el espantajo de las clases dirigentes europeas pero también la ocasión para un experimento político que aún no se había visto en el mundo "constitucional": el del cesarismo republicano, e inmediatamente después imperial, representado por Luis Bonaparte7. La III República que de ello surgió mostró ser uno de los períodos más felices de la historia constitucional francesa en el que no solo pareció que se aplacaban las turbulencias que habían acompañado normalmente el camino

Page 125

posrevolucionario (y restaurador) en Francia, sino que también tomaron forma conceptos e ideales políticos de gran interés para otros países, europeos o no.

El constitucionalismo, como "discurso político", manifestó una gran eficacia para entusiasmar por su capacidad de ser -también- un sistema de comunicación, con la posibilidad añadida de modificar, según las circunstancias, el "código" propio en relación con los sujetos a quienes iba dirigido. Así pues, además de los aspectos legislativos y ejecutivos que lo caracterizaban, se estudiaría la capacidad para "comunicar" que a menu-do, dependiendo de los países, inundó el aspecto "ideológico".

Esto atañe, en primer lugar, al efecto que el constitucionalismo produjo en la necesidad de la sociedad civil de organizar y manifestar sus propios intereses. Estoy convencido de que el constitucionalismo alcanzó aquí uno de sus mayores éxitos al saber extraer de sí mismo materiales y formas adaptados a este fin. Pero debo precisar una vez más que la inter-pretación que estoy ofreciendo de todo el fenómeno está muy influenciada por la experiencia de mi propio estudio, que se ha detenido durante años en el examen en concreto del caso alemán. Sin embargo algunas...

To continue reading

Request your trial

VLEX uses login cookies to provide you with a better browsing experience. If you click on 'Accept' or continue browsing this site we consider that you accept our cookie policy. ACCEPT